11 de diciembre de 2012

O pensamento de Alberto Caeiro (com duas traduções)

V

Há metafísica bastante em não pensar em nada.

O que penso eu do mundo?
Sei lá o que penso do mundo!
Se eu adoecesse pensaria nisso.

Que ideia tenho eu das coisas!
Que opinão tenho sobre as causas e os efeitos?
Que tenho eu meditado sobre Deus e a alma
E sobre a criacão do mundo?
Não sei. Para mim pensar nisso é fechar os olhos
E não pensar. É correr as cortinas
Da minha janela (mas ela não tem cortinas).

O mistério das coisas? Sei lá o que é mistério!
O único mistério é haver quem pense no mistério.
Quem está ao sol e fecha os olhos,
Começa a não saber o que é o sol
E a pensar muitas coisas cheias de calor.
Mas abre os olhos e vê o sol,
E ja não pode pensar em nada,
Porque a la luz do sol vale mais que os pensamentos
De todos os filósofos e de todos os poetas.
A luz do sol não sabe o que faz
E por isso não erra e é comum e boa.

Metafísica? Que metafísica têm aquelas árvores?
A de serem verdes e copadas e de terem ramos
E a de dar fruto na sua hora, o que nos faz pensar,
A nós, que não sabemos dar por elas.
Mas que melhor metafísica que a delas,
Que é de não saber para que vivem
Nem saber que o não sabem?

«Constituicão íntima das coisas»...
«Sentido íntimo do universo»...
Tudo isto é falso, tudo isto não quer dizer nada.
É incrível que se possa pensar em coisas dessas.
É como pensar em razões e fins
Quando o começo da manhã está raiando, e pelos lados das árvores
Um vago ouro lustroso vai perdendo a escuridão.

Pensar no sentido íntimo das coisas
É acrescentando, como pensar na saúde
Ou levar um copo à água das fontes.

O único sentido íntimo das coisas
É elas não terem sentido íntimo nenhum.

Não acredito em Deus porque nunca o vi.
Se ele quisesse que eu acreditasse nele,
Sem dúvida que viria falar comigo
E entraria pela minha porta dentro
Dizendo-me, Aqui estou!

(Isto é talvez ridículo aos ouvidos
De quem, por não saber o que é olhar para as coisas,
Não compreende quem fala delas
Com o modo de falar que reparar para elas ensina.)

Mas se Deus é as flores e as árvores
E os montes e sol e o luar
Então acredito nele,
Então acredito nele a toda a hora,
E a minha vida é toda uma oração e una missa,
E uma comunhão com os olhos e pelos ouvidos.

Mas se Deus é as árvores e as flores
E os montes e o luar e o sol,
Para que lhe chamo eu Deus?
Chamo-lhe flores e árvores e montes e sol e luar;
Porque, se ele se fez, para eu o ver,
Sol e luar e flores e árvores e montes,
Se ele me aparece como sendo árvores e montes
E luar e sol e flores,
É que ele quer que eu o conheça
Como árvores e montes e flores e luar e sol.

E por isso eu obedeço-lhe,
(Que mais sei eu de Deus que Deus de si próprio?),
Obedeço-lhe a viver, espontaneamente,
Como quem abre os olhos e vê,
E chamo-lhe luar e sol e flores e árvores e montes,
E amo-o sem pensar nele,
E penso-o vendo e ouvindo,
E ando com ele a toda a hora.


V

Hay metafísica bastante en no pensar en nada.

¡Qué pienso yo del mundo?
¡Yo qué sé lo que pienso del mundo!
Si enfermase pensaría en ello.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión tengo de las causas y los efectos?
¿Qué es lo que he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (pero no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es misterio!
El único misterio es haber quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos,
empieza a no saber lo que es el sol
y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol,
y ya no puede pensar en nada,
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
y por eso no yerra y es común y es buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?
La de ser verdes y copudos y tener ramas
y la de dar fruto a su hora, lo que nos hace pensar,
a nosotros, que no sabemos percibirlos.
¿Pero qué mejor metafísica que la de ellos,
que es la de no saber para qué viven
ni saber que no lo saben?

«Constitución íntima de las cosas»...
«Sentido íntimo del universo»...
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que se pueda pensar en cosas de ésas.
Es como pensar en razones y fines
cuando el comienzo de la mañana está rayando , y por los lados de los árboles
un vago oro lustroso va perdiendo la oscuridad.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es añadido, como pensar en la salud
o llevar un vaso al agua de las fuentes.

El único sentido íntimo de las cosas
es que no tienen sentido íntimo ninguno.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si él quisiera que yo creyese en él,
sin duda que vendría a hablar conmigo
y entraría por mi puerta adentro
diciéndome, ¡Aquí estoy!

(Esto es tal vez ridículo a los oídos
de quien, por no saber lo que es mirar a las cosas,
con comprende a quien habla de ellas
con el modo de habalr que reparar en ellas enseña).

Pero si Dios es la flores y los árboles
y los montes y el sol y el claro de luna,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas,
y mi vida es toda una oración y una misa
y una comunión con los ojos y por los oídos.

Pero si Dios es los árboles y las flores
y los montes y el claro de luna y el sol,
¿para qué le llamo Dios?
Le llamo flores y árboles y montes y sol y claro de luna;
porque, si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y claro de luna y flores y árboles y montes,
si él se me aparece como siendo árboles y montes
y claro de luna y sol y flores,
es que él quiere que yo lo conozca
como tales árboles y montes y flores y claro de luna y sol.

Y por eso le obedezco,
(qué mas sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
le obedezco viviendo, espontáneamente,
como quien abre los ojos y ve,
y le llamo claro de luna, y sol y flores y árboles y montes,
y lo amo sin pensar en él,
y lo pienso viendo y oyendo,
y ando con él a todas horas.


I

Bastante metafísica hay en no pensar nada.

¿Lo que pienso del mundo?
¿Sé yo lo que pienso del mundo?
Si me enfermase, pensaría.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión sobre las causas y los efectos?
¿He meditado sobre Dios y el alma
Y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en esto es cerrar los ojos
Y no pensar. Y correr las cortinas
De mi ventana (que no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¿Sé lo que es un misterio?
El único misterio es que alguien piense en el misterio.
Aquel que está al sol y cierra los ojos
Comienza a no saber lo que es el sol
Y piensa cosas llenas de calor.
Si abre los ojos y ve al sol
No puede ya pensar en nada
Porque la luz del sol vale más que los pensamientos
De todos los filósofos y todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no yerra y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen esos árboles?
La de ser verdes y copudos y echar ramas
Y dar frutos a su hora –nada que nos haga pensar,
A nosotros, que no podemos dar por ellos.
¿Qué metafísica mejor que la suya,
No saber para qué viven
Ni saber que no lo saben?

«Constitución íntima de las cosas...»
«Sentido íntimo del universo...»
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que pueda pensarse así.
Es como pensar en razones y fines
Mientras reluce al comenzar la mañana
Y al flanco de los árboles la sombra
Va perdiéndose en un oro vago y lustroso.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
Es aumentarlo, como cavilar sobre la salud
O llevar un vaso de agua a la fuente.
El único sentido íntimo de las cosas
Es que no tiene sentido íntimo alguno.

No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
Sin duda que vendría a hablar conmigo,
Empujaría la puerta y entraría
Diciéndome: ¡Aquí estoy!

(Tal vez esto suene ridículo
Para aquel que, por no saber lo que es mirar las cosas,
No comprende al que habla de ellas
Con el modo de hablar que enseña el verlas de verdad.)

Si Dios es las flores y los árboles,
Los montes, el sol y el claro de luna,
Entonces creo en él,
Creo en él a todas horas,
Toda mi vida es oración y misa,
Una comunión con los ojos y los oídos.

Pero si Dios es los árboles y las flores,
Los montes, la luna, el sol,
¿Para qué lo llamo Dios?
Lo llamo flores, árboles, montes, luna, sol.

Si él ha hecho, para que yo lo vea,
Sol y luna y flores y árboles y montes,
Si él se me presenta como árbol y monte
Y claro de luna y sol y flor,
Es porque quiere que yo lo conozca
Como árbol, monte, luna, sol, flor.

Y yo lo obedezco
(¿Sé yo más de Dios que Dios de sí mismo?),
Lo obedezco viviendo espontáneamente,
Como que uno abre los ojos y ve,
Y lo llamo luna y sol y flores y árboles y montes
Y lo amo sin pensar en él
Y lo pienso con los ojos y los oídos
Y ando con él a todas horas.
(O.P.)


En Fernando Pessoa, Obra poética. Tomo I, ed. bilingüe de Miguel Ángel Viqueira, Río Nuevo, Barcelona, 4a ed., 2007; la segunda versión es de Octavio Paz, Obra poética II (1969-1998), Círculo de Lectores-Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

12 de junio de 2012

Por los 84 años de la muerte de Díaz Mirón

DESEOS

    Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor en la fragancia
mística y pura que tu ser despide.

    ¡Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes!
¡Yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en tus labios tienes!

    ¡Yo quisiera ser agua que en mis olas,
que en mi olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
al mismo tiempo por doquier besarte!

    ¡Yo quisiera ser lirio, y en tu lecho
allá en las sombras, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
y morir del placer de comprimirte!

    ¡Oh! ¡Yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevarte en mí como la nube al fuego;
mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarse luego!

    ¡Yo quisiera en mí mismo confundirte,
confundirte en mí mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte!

    ¡Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos!

    ¡Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verter sobre mi vida en calma,
toda la llama de tu cuerpo ardiente
y todo el éter de azul de tu alma!

En Poesías completas. 1876-1928, Ars, México, s.f.

6 de junio de 2012

Angélica y Medoro. Unas octavas atribuidas al Divino Capitán.

[...] Gracia particular que al alto cielo
quiso otorgar al bajo mundo en suerte,
es la de dos amantes que en el suelo
viven con fuego igual, con igual muerte;
verse la llama helar, arder el hielo,
un pecho quebrantar de mármol fuerte,
y que tan alto ser de amor reciba
que uno viva por él y el otro viva.

   En la cueva de Atlante, húmeda y fría,
la somnolienta Noche reposaba,
y Cintia al rubio hermano ya quería
restitüir la luz que dél tomaba,
con el rosado manto abriendo el día
la blanca Aurora flores derramaba,
y los caballos del señor del Delo
hinchían de relinchos todo el cielo,

   cuando Medor y Angélica, durmiendo
dentro en albergue que les cupo en suerte,
el dulce y largo olvido recibiendo,
juntos están con lazo estrecho y fuerte,
el aire cada cual dellos bebiendo
boca con boca al otro, y se convierte
lo que sale de allí mal recibido
en alma, en vida, en gozo, en bien cumplido.

   Con el siniestro brazo un nudo hecho
por el cuello a su sol tiene Medoro,
ciñe la otra el blanco y tierno pecho
que es del cielo y amor alto tesoro;
acá y allá, sobre el dichoso lecho
vuela el rico, sutil cabello de oro
y al caluroso aliento que salía
un poco ventilando se movía.

   Entre ellos iba Amor pasito y quedo
los bien ceñidos miembros más ciñendo,
y al dulce contemplar, gozoso y ledo,
todo se está moviendo y sacudiendo;
prueba después con el pequeño dedo
y en vano tienta el cabo, aquesto haciendo,
si puede con la punta de sus flechas
hacer lugar en partes tan estrechas.

   No pudo al fin, mas con las alas luego
(que desde Cipro, de Amatunta y Gnido,
menospreciando la región del fuego,
podrán subillo al cielo más subido),
donde volando con lascivo juego,
para quebrar un monte empedernido,
aire fresco, vital, les hace y mueve
y dentro el aire ardientes llamas llueve.

   La sábana después quietamente
levanta, al parecer no bien siguro,
y como espejo el cuerpo ve luciente,
el muslo cual aborio limpio y puro;
contempla de los pies hasta la frente
las caderas de mármol liso y duro,
las partes donde Amor el cetro tiene,
y allí con ojos muertos se detiene.

   Admirado la mira y dice: «¡Oh cuánto
debes, Medor, a tu ventura y suerte!»
Y más quiso decir, pero entre tanto
razón es ya que Angélica despierte,
la cual con breve y repentino salto,
viéndose así desnuda y de tal suerte,
los muslos dobla y lo mejor encubre,
y por cubrirse más, más de descubre.

   Confusa, al fin, halló nueva manera,
que a su Medor abraza enternecida
y con la blanca mano por defuera
trabaja de quedar toda ceñida;
dijo después la ninfa placentera:
«Paz y dichosa luz tengas, mi vida»,
y él sin hablar, con alegría no poca,
paz de su luz tomó dentro en la boca.

   La paz tomaste, ¡oh venturoso amante!,
con dulce guerra en brazos de tu amiga,
y aquella paz, mil veces, que es bastante,
nunca me fuera en paz de mi fatiga.
¡Triste!, no porque paz mi lengua cante
paz quiere[s] inmortal, fiera enemiga,
mas antes, contra amor de celo armada,
huyes la paz, que tanto al cielo agrada [...]

En Poesías castellanas completas, ed. de José Lara Garrido, REI, México, 1990.

31 de mayo de 2012

Don Luis de Góngora. Un soneto jovial-jocosón

A JÚPITER

   Tonante monseñor, ¿de cuándo acá
fulminas jovenetos? Yo no sé
cuánta pluma ensillaste para el que
sirviéndote la copa aún hoy está.

   El garzón frigio, a quien de bello da
tanto la antigüedad, besara el pie
al que mucho de España esplendor fue,
y poca más fatal ceniza es ya.

   Ministro, no grifaño, duro sí,
que en Líparis Estéropes forjó,
piedra, digo, bezahar de otro Pirú,

   las hojas infamó de un alhelí,
y los Acroceraunios montes no.
¡Oh Júpiter, oh tú, mil veces tú!

En Antología poética, ed. de Antonio Carreira, Crítica, Barcelona, 2009

23 de abril de 2012

Maragall/Sant Jordi-Día Internacional del Libro

LA DIADA DE SANT JORDI


La diada de Sant Jordi
és diada assenyalada
per les flors que hi ha al mercat
i l'olor que en fan els aires,
i les veus que van pel vent:
"Sant Jordi mata l'aranya".
L'aranya que ell va matar
tenia molt mala bava,
teranyinava les flors
i se'n xuclava la flaire,
i el mes d'abril era trist
i els nens i nenes ploraven.
.   .   .   .   .   .   .   .   .   .
Quan el Sant hagué passat
tot jardí se retornava:
perxó cada any per Sant Jordi
és diada assenyalada
per les flors que hi ha al mercat
i l'olor que en fan els aires.



LA FIESTA DE SAN JORGE

Es la fiesta de San Jorge
una fiesta señalada
por las flores del mercado
y el olor que hay en los aires,
y las voces en el aire:
"San Jorge mata la araña".
La araña que él mató
tenía muy mala baba,
telarañaba las flores
y su perfume chupaba
y el mes de abril era triste,
niños y niñas lloraban.
.   .   .   .   .   .   .   .   .   .
Cuando el santo hubo pasado
el jardín se recobraba:
por esto es cada año
por San Jorge fiesta clara,
por las flores del mercado
y el olor que hay en los aires.

En Obra poética II. Versión bilingüe, ed., intr. y notas de Antoni Comas y trad. de J.F. Vidal Jové, Castalia, Madrid, 1984.

23 de marzo de 2012

Confesión (¿qué queda?). José Emilio Pacheco

ALTA TRAICIÓN

      No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
      es inasible.
Pero (aunque suene mal)
      daría la vida
por diez lugares suyos,
      cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
      fortalezas,
una ciudad deshecha,
      gris monstruosa,
varias figuras de su historia,
      montañas
—y tres o cuatro ríos.

En Alta traición. Antología poética, sel. y pról. de José María Guelbenzu, Alianza, Madrid, 1985.

19 de febrero de 2012

Un poema de un Poeta por quien nos sentimos en falta: Eugenio Montejo...

PAVANA PARA UNA DAMA EGIPCIA


Yo sé que un día aquí sobre la tierra
no estaré nunca más. Habré partido
como los viejos árboles del bosque
cuando los llama el viento. Y esto que escribo
no me lo dicta apenas una idea
pues ya se ha hecho sangre de mis venas.

También sin meditar suelen los árboles
tener claro su fin. Como toda materia
guarda memoria de su nada póstuma.
No es preciso pensar para decirse
—cada quien a sí mismo— adiós por dentro.
Con ver las hojas en otoño basta;
con ver la tierra allá a lo lejos, roja,
flotando en el abismo, sin nosotros,
se aprende casi todo...

Yo sé que un día con tus egipcios ojos
me buscarás sin verme aquí en la tierra,
y no estaré ya más.
Y no es la mente quien me lo dice ahora,
sino tu cuerpo donde puedo leerlo;
aquí en tus brazos, tus senos, tu perfume,
porque lo eterno vive de lo efímero
como en nosotros el dios que nos custodia
con tanto enigma en su perfil de pájaro
y su vuelo que siempre está a la puerta.


En Letras Libres, 72 (Diciembre 2004).

4 de febrero de 2012

Una pareja por Gonzalo Rojas

PAREJA HUMANA

Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo lirio tronchado
cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan
en su blancura última, dos pétalos de nieve
y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos
y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos
en la luz sanguinaria de los desnudos:
                                             un volcán
que empieza a hundirse.

Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas
encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:
la eternidad así del beso, el instante
concupiscente, la puerta de los locos,
así el así de todo después del paraíso:
                                                                     —Dios,
ábrenos de una vez.


En Antología personal, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2000.

28 de enero de 2012

Soneto con Variante por Federico García Lorca

SONETO DE LA DULCE QUEJA


Tengo miedo a peder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.


VARIANTE


No me dejes perder la maravilla
de tus ojos de estatua ni el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo miedo de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.


En Sonetos, dentro de Obras Completas VI, ed. de Miguel García-Posada, RBA Editores, Barcelona, 1998.

23 de enero de 2012

Ulalume/Tacto

CUERPO ENTERO

Separar el tacto de las manos
hacia un repertorio disidente
de ejercicios de menos

Tocar sólo tu voz
Después: sólo tu olor
Después: sólo tu luz

Después:
lo inacabado en tu presencia
un desconocimiento

Y volver a calzarme el tacto
para tocar tu cuerpo
para tocar en tu desnudo
lo desnudo también de desnudez

En Apariciones/Desapariciones (1976-1979), dentro de Plagio II, Joaquín Mortiz, México, 1980.

18 de enero de 2012

De amor y calles en un soneto de Eliseo Diego...

A MIS CALLES DE LA HABANA

A Bella


Calles de la Concordia y la Amargura,
de Peña Pobre y Soledad, urgidas
de cal y brusco sol, donde perdidas
colmáronme las horas la estatura;
hermanas todas de la calle pura,
la más feliz de cuantas ya son idas
en Roma y Cuzco y las demás que olvidas
tan pronto tú, memoria eterna, oscura;
es a vosotras que agradezco el día
que dio lumbre a la joven que es ahora
la mejor parte de la vida mía;
y aunque el vago crepúsculo desdora
vuestros muros y ya la tarde es fría,
mi lucecilla os salva y enamora.


En Poesía y prosa selectas, sel., pról., cronología y bibliografía de Aramís Quintero, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2004.

14 de enero de 2012

Memorial de la Maligna... Pablo Neruda

AMORES: JOSIE BLISS (I)


Qué fue de la furiosa?
Fue la guerra
quemando
la ciudad dorada
la que la sumergió sin que jamás
ni la amenaza escrita,
ni la blasfemia eléctrica salieran
otra vez a buscarme, a perseguirme
como hace tantos días, allá lejos.
Como hace tantas horas
que una por una hicieron
el tiempo y el olvido
hasta por fin tal vez llamarse muerte,
muerte, mala palabra, tierra negra
en la que Josie Bliss
descansará iracunda.

Contaría agregando
a mis años ausentes
arruga tras arruga, que en su rostro
tal vez cayeron por dolores míos:
porque a través del mundo me esperaba.
Yo no llegué jamás, pero en las copas
vacías,
en el comedor muerto
tal vez se consumía mi silencio,
mis más lejanos pasos,
y ella tal vez hasta morir me vio
como detrás del agua,
como si yo nadara hecho de vidrio,
de torpes movimientos,
y no pudiera asirme
y me perdiera
cada día, en la pálida laguna
donde quedó prendida su mirada.
Hasta que ya cerró los ojos
cuándo?
hasta que tiempo y muerte la cubrieron
cuándo?
hasta que odio y amor se la llevaron
dónde?
Hasta que ya la que me amó con furia,
con sangre, con venganza,
con jazmines,
no pudo continuar hablando sola,
mirando la laguna de mi ausencia.

Ahora tal vez
reposa y no reposa
en el gran cementerio de Rangoon.
O tal vez a la orilla
del Irrawadhy quemaron su cuerpo
toda una tarde, mientras
el río murmuraba
lo que llorando yo le hubiera dicho.


En Antología General, edición conmemorativa a cargo de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, Alfaguara, Perú, 2010.

9 de enero de 2012

Ojos claros. Tormentos rabiosos. El madrigal de Cetina

      Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
      Si quanto más piadosos
más bellos parecéis a aquél que os mira,
      no me miréis con ira
porque no parezcáis menos hermosos.

      ¡Ay, tormentos rabiosos!
      Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

En Flores de varia poesía, pról., ed. crítica e índices de Margarita Peña, Secretaría de Educación Pública, México, [Edición del V Centenario del Encuentro de Dos Mundos], 1987.

5 de enero de 2012

Un poema de Apollinaire y tres traductores (más uno) mexicanos de orígenes disímbolos

LE PONT MIRABEAU


Sous le pont Mirabeau coule la Seine
Et nos amours
Faut-il qu'il m'en souvienne
La joie venait toujours après la peine

Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure

Les mains dans les mains restons face à face
Tandis que sous
Le pont de nos bras passe
Des èternels regards l'onde si lasse

Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure

L'amour s'en va comme cette eau courante
L'amour s'en va
Comme la vie est lente
Et comme l'Espérance est violente

Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure

Passent les jours et passent les semaines
Ni temps passé
Ni les amours reviennent
Sous le pont Mirabeau coule la Seine

Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure


EL PONT MIRABEAU


Bajo el Pont Mirabeau corre el Sena
Y nuestros amores
Para qué recordar
Siempre llega
La alegría después de la pena

Venga la noche suene la hora
Se van los días yo quedo a solas

Frente a frente juntemos las manos
Mientras pasa
Bajo el puente que forman los brazos
De miradas un río cansado

Venga la noche suene la hora
Se van los días yo quedo a solas

Pasan días semanas sin tregua
Ni tiempos ni amores
Pasados regresan
Bajo el Pont Mirabeau corre el Sena

Venga la noche suene la hora
Se van los días yo quedo a solas

Ulalume González de León


EL PUENTE DE MIRABEAU


Bajo el puente pasa el Sena
también pasan mis amores
¿hace falta que me acuerde?
tras el goce va la pena

La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona

Pongo en tus manos mis manos
y con los brazos formamos
un puente bajo el que pasan
onda mansa las miradas

La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona

Amor es agua corriente
y como el agua se va
agua de la vida lenta
y la esperanza violenta

La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona

Pasan días y semanas
pasan y jamás regresan
días semanas amores
bajo el puente pasa el Sena

La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona

Octavio Paz


EL PUENTE MIRABEAU


Bajo el puente Mirabeau corre el Sena
Y mis recuerdos
¿Debo acordarme?
La alegría venía siempre después de la pena
Venga la noche suene la hora

Los días se van, yo permanezco.
Las manos entre las manos quedan cara a cara
Mientras que debajo del puente mi brazo pasa
Con eternas miradas la ola pasa.
Vengan los días
Venga la hora
Los días se van, yo permanezco.

El amor se va como el agua que corre
El amor se va
Como la vida es lenta
Y como la esperanza es violenta
Venga la noche suene la hora
Los días se van, yo permanezco.
Pasan los días y las semanas
Ni el pasado
Ni los amores vuelven
Bajo el puente Mirabeau
Corre el Sena.

Ramón Xirau


EL PUENTE DE MIRABEAU


Bajo el puente de Mirabeau discurre el Sena
                 Y nuestro amor
    Es preciso que lo recuerde
La alegría llegaba siempre tras la pena 

                 Llega la noche la hora suena
                 Los días pasan yo me quedo

Enlazadas las manos estamos cara a cara
                 Y mientras tanto
     Bajo el puente de nuestros brazos
Pasa la onda mansa de inmortales miradas

                 Llega la noche la hora suena
                 Los días pasan yo me quedo

Amor se va como esta agua corriente
                 Amor se va
      La vida fluye lenta
Y nuestras esperanzas son violentas

                 Llega la noche la hora suena
                 Los días pasan yo me quedo

Pasan los días pasan las semanas
                 Y ni el pasado
      Ni los amores vuelven
Bajo el puente de Mirabeau discurre el Sena

                 Llega la noche la hora suena
                 Los días pasan yo me quedo

                                                                      Agustí Bartra

El texto francés se extrajo de Guillaume Apollinaire, Alcools, edición bilingüe, trad. al inglés de Anne Hyde Greet y pról. de Warren Ramsey, University of California Press-Berkeley and Los Angeles, E.U.A., 1974; y las traducciones de Guillaume Apollinaire, pról., sel. y notas de Ulalume González de León, Universidad Nacional Autónoma de México, México, Material de Lectura, [Serie "Poesía Moderna", no. 103], 1983; Octavio Paz, Versiones y diversiones, Obra Poética II, Círculo de Lectores-Fondo de Cultura Económica, México, 2004; también en "Poetas franceses", notas y trad. de Ramón Xirau, en Revista de la Universidad de México, no. 84 (2011), pp. 5-6; y Apollinaire, Poesía, versiones de Agustí Bartra, Joaquín Mortiz, México, 1967.